Una Experiencia con Dios cada día.
Todas las personas
somos seres que empezamos a formar dentro de nuestro carácter lo que
denominamos costumbres, algunas buenas y otras malas. Hay gente que se
acostumbra a muchas cosas fácilmente. Hay algunas costumbres que se heredan,
otras que percibimos, otras que se obtienen y otras que trasmitimos a
otras personas. Por ejemplo: los mayores receptores para los que tenemos hijos
precisamente son nuestros hijos. Y en general la gente que nos rodea.
Hay costumbres buenas,
como el ser gente amable, gente recta, íntegros, bañarse, arreglarse o comer
bien. Pero hay malas costumbres también. Hay gente que todo el tiempo vive con
achaques y enfermedades, gente que vive con malos hábitos. Nos
acostumbramos a enfermedades, y a malos hábitos. No es ningún problema estar
enfermo, El problema es cuando hacemos de una enfermedad, una costumbre.
También nos acostumbramos a personas, como a la esposa, esposo, a los hijos, al
jefe de trabajo; a acciones como a un abrazo, a un beso; a venir a la iglesia; eso
es una buena costumbre. Y Qué podríamos decir de las personas que acostumbran a
enojarse siempre y no pueden solucionar las cosas de una buena manera; Y las
que mienten y ofenden. Hay muchas personas que se desarrollan en el arte de
mentir, por que hacen de la mentira una costumbre en su vida; ya es algo que
les caracteriza. También nosotros podemos acostumbrar a otros a nosotros
mismos, que casi siempre es mal acostumbrarlos. Por ejemplo podemos mal
acostumbrar a los hijos a acciones que ellos deberían de hacer y nosotros las
hacemos por ellos. Algunos padres mal acostumbran a sus hijos ya grandes a buscarles hasta el trabajo, a tratar de resolverles los conflictos matrimoniales, la situación económica. Los hacemos inútiles por mal acostumbrarlos. También hay quienes acostumbran a sus parejas a acciones que
deberían de hacer ellos mismos. Y que tal la sociedad que estamos viviendo hoy
en día, donde, se tiene la costumbre de gastarse lo que no se tienen, y
terminan sus vidas endeudados hasta la coronilla. Hoy se tiene la mala costumbre
de endeudarse prácticamente todo el año. Hay gente que todo el año tienen
deudas: que si porque las navidades, los reyes, los carnavales, las ferias, las
fiestas patronales, el bautizo, la boda, el verano, las vacaciones, y se
empalma con el regreso a la escuela; siempre hay un pretexto para gastar y se
nos hace una costumbre. También esta la
costumbre de tratar mal al esposo o esposa, o a los hijos y Dios pelea eso con nosotros,
porque estamos acostumbrados a hacer cosas que nos dañan, y limitan lo que Dios
quiere hacer en nuestra vida. Dentro de la iglesia para con el Señor también
hay riesgos de costumbres; por ejemplo:
Recibir bendiciones de
Dios es algo excelente; el problema es que llega el momento en que
nosotros queremos acostumbrar a Dios a bendecirnos de cierta manera. Hay
circunstancias en las que Dios tiene que ver cómo trata con nuestras
costumbres, porque eso impide que Él siga haciendo algo en nuestra vida. Muchas
veces el querer acostumbrarse a recibir las bendiciones de Dios de cierta
manera, nos lleva a frenar las grandes bendiciones que Dios tiene para nuestras
vidas. A Naamán le paso que estaba lleno de lepra, y le dijeron que había un profeta; (una criada
del pueblo de Israel que trabajaba para su esposa. Y le dijo: si rogase mi
señor al profeta que esta en Samaria, él lo sanaría) y luego llega Naamán al
profeta y le dice que se zambulla siete veces en el río y sería limpio. Pero
Naamán se fue enojado porque el profeta
no oró como el pensó que oraría.
Dios quiere renovar
nuestra vida. Dios quiere tratar con nuestro interior, porque hay cosas a las que
nos acostumbramos e hicimos un esquema interno de cómo Dios hará las cosas
tanto en nosotros, con nosotros y por medio de nosotros. Hay circunstancias a
las que queremos acostumbrarnos, y peor aún, en las que queremos acostumbrar a
Dios para que nos bendiga de cierta manera y eso nunca va a generar cambios en
nuestras vidas; al contrario, se va a convertir en un impedimento para que Dios
pueda hacer algo en nuestras vidas.
Lo que verdaderamente produce
un cambio en nuestra vida es tener un encuentro personal con Dios. Él está
esperando que nosotros lo busquemos para que Él pueda completar lo que tiene preparado
para cada uno de nosotros y tener experiencias con Dios y no costumbres.
Llega el momento en
que los seres humanos nos acostumbramos al Dios del domingo, Los cristianos
tenemos mucho ese riesgo de hacer de nuestra vida Cristiana una Rutina. Por
ejemplo, El Domingo tiempo de Alabanza y adoración, recibir palabra de Dios y a
la casa. Y luego entre semana se acerca
el día de oración y venimos cantamos y oramos
y el resto de la semana Dios aparcado. Nuestra vida con Dios se centra
en la mayoría de las veces a los domingos y cuando tenemos una emergencia
buscamos a Dios pero por que ya es costumbre el buscarle solamente en estos
tiempos. Si queremos ver grandes cambios en nuestras vidas y que Dios haga en
nosotros, con nosotros y por medio de nosotros, no hagamos de nuestra vida en
él una costumbre, sino; una experiencia diferente cada día. El vino nuevo de
Dios está comenzando a derramarse, son cosas nuevas las que vamos a ver obrara
del poder de Dios; y si te acostumbraste a un modo, allí te vas a quedar
mirando. Y si quieres del vino nuevo búscalo y recíbelo.
Encontré a tres
personajes que vivieron una experiencia personal que les ayudó a que su vida
tuviera un cambio total. Todo lo que empezó a suceder vino a evidenciar cuál
era el propósito por el cual Dios se había mostrado a él. Estas tres personas
lo tuvieron:
Éxodo
3:1
Este es el encuentro
de un hombre común y corriente con un Dios que se le apareció a través de una
zarza ardiente. Iba a través del desierto, un pastor de ovejas, y Dios provocó
un encuentro con él, lo puso cara a cara con él. Le dijo: “Conozco la necesidad
de todo un pueblo que está en esclavitud, el clamor de las personas que están
cerca de ti y te escogí a ti para traer libertad a esos cautivos; libertad a
esas personas que están en esclavitud y quiero sacarlos de ahí. Pero Dios en
ese momento, está escogiendo a un asesino. Moisés había huido de Egipto por que
habia matado a uno que estaba golpeando a un compatriota suyo, y se llenó tanto
de ira por la injusticia de ver como golpeaban a ese que estaba en esclavitud,
un hebreo del mismo pueblo de Moisés; que termino matando al egipcio.
Capítulo
2 verso 11-12.
En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus
hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que
golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y
viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.
Este era un hombre
enojado, y su enojo era tal que lo dominó y le quitó la vida al otro. ¿Cuál es
la cuestión acá? Ese mismo hombre que acaba de matar a alguien es el mismo que
Dios está escogiendo para una tarea. Pero Dios tenía que provocar un encuentro
donde este hombre fuera libre. En ese momento, Dios está tratando con un hombre
que antes mató a alguien, pero ese es el hombre que Dios escogió, que
tenía que provocar la libertad de ese pueblo. Muchas veces, queremos ser las
personas por las cuales llega la bendición a nuestra casa, ser el que ponga un
“antes” y un “después”, porque Cristo llegó a nuestra vida, pero no lo
logramos porque aún somos esclavos de las ataduras, estamos acostumbrados a las
ataduras. ¿Cómo podemos hablarle una persona que puede ser libre de algo cuando
nosotros mismos somos esclavos de lo mismo? Solamente estamos llenos de
conocimiento de la palabra pero hacedores de ella difícilmente. Estamos
acostumbrados solamente a sabernos de memoria la Palabra, a usar los textos de
pretexto, pero ser hacedores de la palabra, a mostrar la fe por medio de obras
No por que eso requiere de nuevas experiencias pero estamos acostumbrados a no
tener ninguna experiencia nueva por que… quien sabe que va a pasar. A veces
llevamos arrastrando ataduras que nos impiden dar libertad a otros, y es
precisamente en donde Dios quiere actuar. Primero quiere traernos libertad a
nosotros mismos pero Dios nos enfrentará cara a cara con él. La cultura muchas
veces es un enemigo. ¿Cuál era la cultura de ese pueblo? La esclavitud. Ese era
el principal problema. Que tenían mentalidad de esclavos. Moisés tal vez se
estaba acostumbrando a eso mismo. A ser esclavo. Después de que nació, vivió un
buen tiempo con los egipcios, se convirtió en parte de ellos, era de los
esclavizantes; pero después de que mató a ese egipcio que maltrataba a los
esclavos de manera cruel, huyo y se fue con los esclavos y vivió con ellos.
Cuando Dios le dijo que fuera a Faraón para que libertara a su pueblo, Moisés
dijo Por que Yo, quién soy Yo para que valla Faraón, y saque de Egipto a los
hijos de Israel. Dios quería liberar a todo su pueblo incluyendo a moisés.
Después Dios le da instrucciones y le dice cuando hallas sacado al pueblo
tráelos a este monte y aquí me serviréis, Dios quería tener un encuentro con
todo el pueblo. Ellos necesitaban tener una Experiencia con Dios para entrar a
los lugares que Dios les estaba preparando. Nosotros necesitamos una
experiencia con Dios cada día por que Dios está preparando nuevas cosas, nuevos
lugares.
Segundo caso, David.
Un rey ya en el trono y que un día se enamora de la esposa de uno de sus generales.
Cometió un pecado, como muchos de nosotros. Pero la diferencia entre unos y otros
es que muchos se lo guardan.
Salmo
51:1, este es el encuentro de Dios con David.
Ten piedad de mí, oh
Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra
mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. Porque
yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti,
contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas
reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en
maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la
verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame
con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír
gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de
mis pecados, Y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón
limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y
espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y
los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi
salvación; Cantará mi lengua tu justicia. Señor, abre mis labios, Y publicará
mi boca tu alabanza.
Este es el encuentro
de un hombre que ha pecado, que mandó a Urías (el esposo) de Betsabé al frente
en la guerra y lo mataron. David, hizo concebir a una mujer que no era de él, y
murió ese hijo. Está viviendo muchas circunstancias adversas, pero Dios quiso
mantenerlo como líder, porque hubo un momento en que David tuvo un encuentro
con Dios. El salmo manifiesta el arrepentimiento del rey David, y muestra a
Dios la necesidad de ser perdonado, Sanado y restaurado por Dios. Muestra su
necesidad de estar con Dios; de que Dios haga sentir en su vida ese gozo
nuevamente, el gozo de la salvación. David tenía en ese momento un encuentro
nuevamente con Dios. Su pecado le estaba matando pero él sintió la necesidad de
tener ese encuentro con Dios. David estaba atravesando por un momento de
culpabilidad, y angustia por el pecado cometido delante de Dios, y sintió
totalmente la necesidad de ser perdonado, de tener un encuentro nuevamente con
Dios. Al Igual que David sintió esa necesidad, nosotros también debemos de
tener esa necesidad cada día; de tener un encuentro Con Dios, una experiencia
con Dios y no una costumbre. Jesús dijo también en una ocasión cuando aún era
niño: “me es necesario estar en los asuntos de mi padre”
Todos amamos la
presencia de Dios; Y Él no está dispuesto a quitarla aun en medio de nuestros
pecados, siempre y cuando haya alguien que quiera tener un encuentro con Dios.
Dios es un Dios de experiencias.
Sin embargo el pecado
muchas veces nos ata de tal manera que nos acusa constantemente delante de Dios
y en muchas ocasiones nos acostumbramos a vivir en esa culpabilidad que nos
impide ver que necesitamos de un encuentro con Dios.
Hech. 9: Pablo; un
hombre perseguidor de la Iglesia. Dios quería un encuentro con él.
Había pedido cartas al
sacerdote para meter presos a los discípulos de Jesús, Persiguió a la Iglesia,
mato y consintió muertes de los discípulos de Jesús y de repente, lo rodeó una
luz sobrenatural. La presencia de Dios de pronto estaba delante de él, con un
resplandor tan grande que le quitó la vista temporalmente. Pero hizo un cambio
radical en su vida. Dios desea que cada uno de nosotros podamos experimentar un
encuentro con él, y ser transformados radicalmente. Por que en su presencia es
donde habrá la sanidad, Dios derramará bendición y restaurará nuestros
corazones.
La sanidad es algo
sobrenatural, la bendición, y la restauración de los corazones también. El día de
Pentecostés fue sobrenatural. Estaban los discípulos de Jesús y otros
seguidores; 120 personas esperando la promesa del Espíritu Santo cuando de
repente vino la presencia de Dios sobre todos ellos. Una experiencia
extraordinaria, Nadie la conocía pero; sí se dieron cuenta de qué se trataba,
por que en eso la revelación del mismo Espíritu de Dios les recordó que era lo
profetizado por el profeta Joel y lo estaban viendo cumplir en sus vidas. No
hicieron de las enseñanzas de Cristo una costumbre, sino que experimentaron ese
mover de Dios que les llevo a otros niveles. Y todo cambió a partir de ese día
para estas personas. Jesús les dijo cuando suceda esto, entonces recibiréis
poder. Por que cuando tenemos una experiencia con Dios él derrama su poder cada
vez más, y más. Jesús mismo se le apareció a Pablo y le tumbo del caballo
cuando perseguía a los apóstoles, Jesús quería cambiarlo; lo transformó de un
perseguidor sanguinario a un apóstol que predicó la palabra de Dios en muchas
partes. De ahí salió un hombre diferente. Tuvo una experiencia con Dios
Cuando nos
acostumbramos a no tener nuevas experiencias con Dios, prácticamente dejemos de
buscar a ese Dios que tiene le poder para abrir el cielo y hacer lo que sea por
nosotros. La mayoría de las veces nos preguntamos ¿Por qué nuestra vida sigue
igual que cuando aceptamos a Jesús en nuestros corazones?, Por qué no ha
cambiado mucho, por qué vamos a peor. Tal vez solo tuvimos esa experiencia con
Dios y lo que sucedió en ese momento, lo hicimos una costumbre de allí hasta
ahora. Muchos caemos en el peligro de acostumbrarnos a tener lo que tenemos. No
pasan muchos cambios en nuestras vidas por que nos hemos acostumbrado a limitar
a Dios cuando Dios quiere derramarse. Necesitamos una experiencia con Dios,
necesitamos nuevas experiencias con Dios. Necesitamos que Dios venga en esa
zarza nuevamente, que quite nuestra mentalidad de esclavitud, que restaure
nuestros corazones. Que perdone cada día nuestros pecados que cometemos contra
él y que pueda venir nuevamente como ese viento recio, una nueva experiencia;
una experiencia totalmente llena de su presencia donde Podamos ver a ese Dios
que quiere derramar el mismo cielo sobre nosotros. Dios más que nosotros mismos
desea tener una experiencia con nosotros.
Estos hombres cada día experimentaban
algo diferente con Dios. Cada día crecían en la Fe. Moisés no se acostumbro a
caminar en el desierto, sino que cada día luchaban por llegar a la Tierra
prometida. Aún en medio del desierto Moisés le decía a Dios: “si tu presencia
no va con nosotros no nos saques de aquí” querían ver la presencia de Dios cada
día y la vieron todos lo días. A David no le freno el pecado sino que se aferró
a ese Dios misericordioso y Dios le uso grandemente.
¿Podremos tener una
experiencia nosotros con Dios cada día?
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