Las buenas Elecciones

Te he manifestado mis caminos, y
me has respondido; Enséñame tus estatutos. Hazme entender el camino de tus
mandamientos, Para que medite en tus maravillas. Se deshace mi alma de
ansiedad; Susténtame según tu palabra. Aparta de mí el camino de la mentira, Y
en tu misericordia concédeme tu ley. Escogí el camino de la verdad; He puesto
tus juicios delante de mí.
Salmo 119:26-30
Yo estoy seguro que todos batallamos en el área del buen escoger. A todos, muchas
veces nos cuesta elegir, o hacer una buena elección. No todos tenemos la
destreza de elegir bien. Siempre andamos viendo la mejor manera de elegir;
incluso se nota a la hora de hacer lo más sencillo. Por ejemplo: Cuando vas a
comprar ropa, un par de zapatos, cuando vas a planear la comida, cuando vas a
darle un cambio a la casa, pintura, suelos, muebles; en tu persona… cuando te
vas a vestir, un cambio de look, el tinte, los risos, alisado, maquillaje,
color de labios, color de ojos, etc., siempre interviene el asunto de tener que
elegir en todos los aspectos. El arte del buen escoger lo practicamos a diario;
si no es en una cosa, es en otra; y lo interesante es, ver que nuestras
decisiones o elecciones determinarán nuestro futuro. Hay unas que afectan a muy
corto plazo, otras a más, y otras a largo, y luego otras para siempre. Según
las elecciones que hagamos estas determinaran lo que vendrá más adelante.
¿Alguien se acuerda de alguna mala elección que hoy le este
afectando? Yo estoy casi 100% seguro que si. O tal vez que no te este afectando
sino que te haya afectado, y que hoy veas que si hubieses elegido de otra
manera no estuvieses pasando lo que estas pasando, o no hubieras pasado lo que
tuviste que pasar. Seguro que todos recordaremos algo. No elegimos bien. El
arte del buen elegir no se nos dio en el momento. Sin embargo hoy estamos aquí,
en este punto. Sabiendo que las elecciones que hagamos en nuestro presente
afectarán o beneficiaran nuestro futuro.
Todo este salmo contiene un lenguaje encendido en elogio de
la ley divina, entendida no solamente como un código de preceptos, sino también
como el conjunto de las revelaciones y enseñanzas dadas por Dios a Israel como un
conjunto de enseñanzas y beneficios. En la primera parte de este salmo, David
le hace peticiones a Dios. Le pide que le enseñe Sus estatutos, que le permita
comprender el camino correcto, que lo sustente con Su Palabra, que le aparte de
la mentira y que le conceda Su ley; es decir, que le conceda vivir conforme a
lo que al Señor le agrada. Pero luego, David asegura que ha escogido el
camino de la verdad para que Dios vaya delante suyo. De esta forma, nos
da una gran lección porque nos enseña la diferencia entre pedirle
a Dios y escogerlo para que sea el guía de nuestro camino.
En todo momento hacemos elecciones, pero hay tres cosas que especialmente
debemos aprender a seleccionar para que nos vaya bien en la vida.
1. Primero, qué harás, a qué te dedicarás, cuál
es tu vocación y lo que Dios quiere de ti.
Si no tienes bien definido esto no podrás tomar dirección.
Esto es lo mismo que tener visión. Pero la última es la que muchos desechan o
la que menos se toma en cuenta y que debe de ocupar el lugar importante en
nuestra visión ¿Qué quiere Dios de ti? Muchos la suplantamos dándole el primer
lugar al yoísmo.
2. Segundo, con quién vivirás, quién será tu
pareja, la persona con quien formarás un hogar.
Esta es la que a muchos les puede poner de cabeza; aunque
luego es cierto que decidimos no complicarnos tanto en esto y elegimos mal.
Muchos se desesperan, otros nunca la encuentran porque nadie da el ancho del
listón, y otros no terminan de decidirse.
- Y tercero, debes escoger a dónde irás al final de tu vida,
al cielo o al infierno.
Esta es la más importante; sin embargo es la menos tomada en
cuenta, la más difícil por que rompe nuestros esquemas, la indeseada porque
cambiará radicalmente nuestras vidas, pero la que todo mucho debería elegir.
Las dos anteriores son importantes pero la más importante de todas y que cambia
tu vida afectando a futuro eterno es esta elección. A donde quiero pasar la
eternidad.
Obviamente muchos no la toman en cuenta, porque no tienen la
certeza de si habrá vida en la eternidad, o no. Déjame decirte y recordarte,
para los que ya lo saben: ¡Hay una vida en la eternidad! Sea con Dios en su
gloria, o sea sin Dios separados de él por siempre en el infierno. Y como
venimos diciendo: Cada quien elige lo suyo. Muchos dirán: “yo creo que existe
Dios, y creo en él a mi manera; yo siempre le pido que me valla bien, que me
cuide que me enseñe que me guíe, etc.” Pero déjeme que hagamos una diferencia.
Pedir y escoger. Pedir, todos piden. Uno puede pedirle a Dios todo lo que
quiera; salud, trabajo, bendición, prosperidad, buenas cosas, que le valla
bien, etc., pero otra cosa es escoger el camino de Dios. Uno puede pedir a Dios
sin escoger el camino de Dios. Uno puede pedirle que le bendiga y todo lo
demás; pero, escoger hacer la voluntad de Dios y andar en sus caminos es otra
cosa.
- Pídele a Dios, pero también escógelo
Para hacer las elecciones correctas, debemos pedirle
sabiduría al Señor y asegurar que nuestra primera elección siempre es Él, a
quien amamos y servimos. Al escoger al Señor por sobre todo, estamos dando el
primer paso hacia una vida repleta de buenas elecciones. ¿Quieres tener buenas
elecciones? Escoge a Dios. Has que sea tu Señor. Cuando Dios comience a
señorear tu vida entonces las bendiciones, la guianza, las buenas elecciones
abundarán
Para que Él te ilumine y te acompañe, debes escogerlo y
darle Su lugar.
- El cielo y la tierra por testigos
Deuteronomio 30:19-20 dice:
A
los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he
puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues,
la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios,
atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y
prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová
a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar.
El Señor tiene planes de bien para nosotros y desea darnos
lo mejor, por eso dice la Palabra que Él es vida y prolongación de nuestros
días, pero todo lo que desea entregarnos, depende de que le escojamos. Dios ha
jurado bendecirnos, tal como juró a Abraham, Isaac y Jacob una nueva tierra,
pero nosotros debemos escoger la vida y no la muerte, para que Él pueda cumplir
Su Palabra. Así de sencillo.
Si te decides por lo malo, la muerte y la maldición, el
Señor no puede cumplir Su promesa de bendecirte. Claro que nadie le diría:
“¡Dios, escojo la maldición!” lo que sí es que tus acciones demuestren que
realmente has escogido la luz y no las tinieblas.
De nada sirve que digamos que Él es nuestra elección, si no
lo demostramos.
La Biblia dice que los cielos y la tierra son testigos de
que Él desea darnos vida, aunque nosotros la rechacemos, escogiendo otro camino
diferente al que Dios nos muestra. Y ¿por qué hay necesidad de testigos? porque
la intención de Dios es que aprendamos a reconocer que somos nosotros quienes
nos equivocamos y por eso a veces nos va mal. Asumir la responsabilidad cuesta,
porque siempre es más fácil culpar a otros, incluso a Dios; sin embargo, lo que
recibimos siempre es producto de lo que hemos dado. Así que Él dice: “Tengo al cielo y a la tierra por testigos de que deseo
hacerte bien, pero eres tú quien escogió otro camino y ahora sufres las
consecuencias”. Es como los hijos que no obedecen a sus
padres y luego pretenden culparlos por los resultados de sus propias
elecciones.
La bendición está
ligada a las buenas elecciones que hagamos.
- Hay que aprender a escoger o elegir.
Elegir no es cuestión de suerte; es de sabiduría. No podemos
elegir como quien está frente a una ruleta de la suerte; sino que es necesario
que evaluemos las opciones que tenemos para tomar buenas decisiones. De eso
depende el arte del buen escoger. Saber escoger es un arte que se aprende con
la práctica. Quizá al principio nos equivoquemos como todos, y aunque escojas
lo bueno, terminas haciendo lo malo, pero lo importante es que rectifiquemos los
errores y nos pongamos en las manos de Dios, porque de lo que escojamos
afectará o beneficiará nuestra vida. y también la bendiciones que recibamos de
él. Recuerde que no todo lo que escogemos o elegimos tiene la aprobación ni la
bendición de Dios.
Es cierto que nuestro destino es vivir eternamente en el
cielo, pero Su deseo de bendición es también para la vida terrenal. Por eso
dice que escojas bien, para que Él pueda hacer realidad toda la abundancia que
desea darte. La primera decisión que debes tomar es que Jesús habite en tu
corazón. Escógelo. De allí partirán las buenas elecciones si decides que
CRISTO señoree tu vida. Amén.
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